Nuestro Padre, que nos creó por amor, tiene un propósito concreto para cada uno de nosotros: vivir esta vida en plenitud, aquella vida de la que Jesús nos habla en el Evangelio de San Juan: “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10,10).

Dios quiere que vivamos esta vida en plenitud, con la esperanza maravillosa de que lleguemos a vivir la otra vida después de la muerte, la vida eterna, para la cual Él vino a pagar el precio en la cruz del Calvario. ¡El plan de Dios para nosotros es maravilloso!

Cuando Jesús le dice a Simón “no tengas miedo” es como si le dijera “La misericordia de mi Padre es más grande que todos tus pecados, Simón.” La misericordia de Dios es grande para todos nosotros, hermanos. Su amor, es infinito y nos ama aunque nosotros seamos pecadores. Cuando leas de nuevo este pasaje de Lucas 5, pon tu nombre ahí en vez del de Simón.

Y después Jesús les da una misión: “Yo los voy a hacer pescadores de hombres, para que así como han encontrado esta experiencia del amor de Dios, ustedes vayan a ser portadores de ese amor. Antes ustedes tiraban las redes para sacar pescados; ahora las van a tirar compartiendo la buena noticia, para que muchos conozcan el amor divino del Padre.”

¿Y qué vas a dejar tú? Dice la Escritura al final: “Lo dejaron todo y se fueron con Jesús.” El Señor quiere preguntarte: “¿Qué vas a dejar hoy? Deja tu rencor, tu desconfianza, tus temores, tu pecado.” Porque cuando se ha tenido una experiencia de esa índole con Dios, no puedes seguir siendo el mismo. Hoy el Señor nos pide dejar algo. ¿Qué vamos a dejar, para poder seguir a Jesús? ¿Nuestro egoísmo? ¿Nuestras adicciones? ¿El orgullo? Dios quiere que dejemos aquello que nos impide seguir al Maestro. Tú sabrás en tu corazón lo que tienes que dejar hoy para seguir a Jesús.

Nosotros miramos rostros; Jesús mira tu corazón. No pasas desapercibido por la mirada de Dios. Si hoy estás decidido o decidida tener un cambio de vida y no le has respondido al Señor, te invito a que lo hagas ahora; no dejes pasar esta oportunidad de abrirle tu corazón y tener ese encuentro personal con el Señor de Señores y Rey de Reyes. Hazlo ahora.

BIENVENIDO/A – JESÚS TE ESPERA.

copev